Transporte como Motor de Integración Social Urbana

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2013
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La segregación se ha transformado en un tema prioritario en la agenda de las políticas urbanas actuales, tal como se concluye en la nueva Política Nacional de Desarrollo Urbano. Para resolverla se han explorado múltiples mecanismos, basados en la asignación de subsidios, la recuperación de barrios, incentivos para la gentrificación o la exigencia de cuotas que eviten la expulsión de las futuras viviendas sociales. Curiosamente el transporte público no aparece como una estrategia relevante, pese a que tiene directa relación en la creación de las zonas o barrios segregados y a que demandará una gran cantidad de recursos públicos que podrían aprovecharse para reducir los niveles de desigualdad observados en Santiago y Regiones. Sólo el Transantiago demandará recursos por U$ 16.100 entre 2007 y 2022 y las regiones (debido a los fondos espejo del Transantiago) cerca de U$ 6.500 millones. En este estudio proponemos que la inversión en infraestructura de transporte sea vista como una herramienta para generar equidad, además de reducir los tiempos de traslado. Ello implica cambiar el concepto de los “corredores” por “grandes alamedas” que trasladan a las zonas segregadas estándares de ciudad moderna en materia de forestación, iluminación, pavimentos, mobiliarios y la transformación de los sitios eriazos en plazas o espacios públicos que puedan ser mantenidas en el tiempo. A diferencia de los corredores, las grandes alamedas se adaptan a las fajas existentes minimizando las expropiaciones, para destinar los recursos ahorrados a mejorar el entorno y facilitar su materialización. Con ello se logra revertir el rechazo que generan estos proyectos, hoy pensados fundamentalmente para los usuarios, y que han derivado en el atraso o postergación de obras fundamentales para enfrentar el escenario de congestión que se avecina. Pensamos que este objetivo se puede conciliar con el mejoramiento de las velocidades de circulación de los buses, que es actualmente la motivación principal y casi única de los corredores. Para hacerlo proponemos implementar regulaciones que prioricen el uso exclusivo de las grandes alamedas por parte de los buses, en desmedro del automóvil, así como una reducción en el número de intersecciones. Además proponemos definir exigencias especiales de servicio (frecuencia, velocidades, cobertura) para los operadores que conecten estas zonas segregadas con los centros metropolitanos, especialmente en los ejes de las Grandes Alamedas.El segundo objetivo es reducir los costos de transporte para los usuarios, creando subsidios especiales para quienes residen en las zonas con los niveles más altos de segregación y que puedan operar en conjunto con otras medidas como los subsidios o los planes de recuperación de barrios. El subsidio focalizado implica una reducción de la tarifa para bajar su incidencia sobre el salario de los hogares más vulnerables. Para financiar estas propuestas se requiere modificar la metodología de evaluación social de proyectos a fin de incluir como beneficio la reducción de los niveles de segregación y la incidencia de la tarifa sobre el salario de los usuarios, lo que no ocurre actualmente. También proponemos que la metodología de evaluación contemple criterios de priorización de acuerdo a la vulnerabilidad de las zonas segregadas y las comunas que las contienen, a fin de impulsar proyectos que reduzcan las brechas de movilidad generadas por un mayor costo y tiempo de traslado. En síntesis, proponemos usar la inversión en infraestructura como una herramienta para generar equidad territorial acercando la periferia segregada a la ciudad moderna, en fisonomía, forma, estándares y tiempos de viaje, a fin que estas inversiones sean percibidas como un avance para millones de habitantes y autoridades locales que hasta ahora han visto pasar el desarrollo por el lado.
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